La noticia saltó hace un par de meses con esta foto, al estilo Casa Real con polémica incluida en redes sociales. Sinceramente César no me parece un mal tipo, tan vez poco sensible, rodeado por un entorno que no ha de distinguir entre crueldad y diversión, y con hobbies de otra época. Pero la red le dejó claro que el glamour que la caza pudo tener antaño para el gran público, ha tornado a deleznable práctica aburguesada sin sentido.
Estaba de viaje con proyectos de desarrollo en Latinoamérica, y no me fijé en las fotos mas allá de la turba digital creada y del sonido de la muchedumbre, con su clásico griterío de 140 caracteres. Hoy, sin querer veo de nuevo la foto, uno de los animales que había matado era un leopardo (Panthera pardus), y siento una envidia terrible por ti, César, y ahora es cuando te escribo directamente a ti. Algo en mi interior ha cambiado.
Durante meses en África rodando documentales en Suazilandia, Sudáfrica y Namibia, y tras grabar a más de 50 especies diferentes durante más de una década, siempre se me ha resistido el leopardo, uno de los 5 grandes. Recuerdo de niño seguir su rastro a pie durante más de 40 kilómetros por el cauce de un río seco, o cómo se me pierde la mirada hacia las ramas de los árboles esperando ver una cola balanceándose que me advierta su presencia.
He visto seguramente maravillas naturales que tú, Cesar, jamás has visto o soñado, y que de tenerlas delante no habrías apreciado. He oído a desiertos cantar; a selvas escalar montañas; he navegado sin ver tierra; nadado con ballenas y tiburones; me he sumergido en aguas congeladas y perdido en bosques durante días; he podido dar de beber a un kudu que me doblaba el tamaño, o ser comido por leones a 2 metros de distancia; he visto elefantes copular y monzones enmudecer un mar; viajado con nómadas mongoles y visto en un mismo mes las 4 estaciones; el azul del cielo en la cima del mundo y el rojo de una tierra de canguros… he dado vueltas al mundo hasta marearme, he visto tanto que se me han saltado las lágrimas de todo lo que he sentido, pero cada vez que vuelvo a África sigo buscando a ese felino que se me resiste, y al volverme siento que no me lo muestra convencida de querer seguir teniendo una deuda pendiente conmigo, y así mi promesa de pronto retorno.
Insisto, te tengo una envidia terrible, César, tú pudiste ver lo que a mí se me resiste, qué pena que lo mataras, a ese ya no podré verlo yo. Que el embrujo que tiene África conmigo para que siempre quiera volver, lo tenga contigo para que no vuelvas, el mundo es demasiado precioso para hombres sin corazón, que hacen por diversión la destrucción.
ÁLVARO CUADRADO
CEO&Cofounder GORILLA SMILE