Los veterinarios alertan del continuo maltrato que los drogadictos someten a sus mascotas para conseguir medicamentos
La voz de alarma ha saltado en Kentucky. Heather Pereira acudió al Hospital Veterinario Elizabethtown en 2014, donde los veterinarios trataron a su golden retriever de 4 años. Los médicos cosieron una herida en el animal y Pereira exigió que se le recetase Tramadol para aliviar el dolor. La dueña aseguró que el medicamento fue recetado con anterioridad a su mascota y no le había afectado negativamente. Pereira vio satisfechos sus instintos de drogadicta cuando el veterinario accedió a su propuesta.
Pasados tres días, la mujer volvió al veterinario para que le recetasen de nuevo las pastillas, aseguró que su hijo las había tirado al retrete. No conforme con ello volvió una tercer vez. Esto alertó los veterinarios porque acudió con el perro. El corte inicial no había sanado y además presentaba uno nuevo. Pereira exigió Tramadol de nuevo. Los veterinarios ya estaban alertados por casos de drogadictos que acudían con animales pidiendo medicamentos.
El veterinario que curó al perro descubrió que el corte que presentaba el animal era limpio, ocasionado intencionadamente por un ser humano. La policía asegura que la dueña maltrataba continuamente a su mascota para ir haciendo una ruta de veterinario en veterinario consiguiendo los medicamentos.
El Tramadol está englobado en los medicamentos pertenecientes a la categoría de la morfina, con base en el opio. En Estados Unidos es muy popular entre drogadictos debido a sus efectos de apaciguamiento del dolor -de seis a 24 horas- y por su precio bajo -poco más de 20 dólares-. Este medicamento se puede utilizar tanto en personas como animales cuando los analgésicos comunes como el paracetamol no funcionan. La policía alerta de que Estados Unidos sufre una epidemia de opio –más información– porque ha aumentado el número de personas que buscan hasta debajo de las piedras para conseguirlas.