A la tercera va la vencida: eso fue lo que debió pensar Pinky, una cerdita argentina que ha logrado alcanzar su destino
Roxana Barrionuevo rescató a Pinky de una familia que la había adoptado como regalo ara su hija pequeña. La madre, al ver que la cerdita gemía y chillaba cada vez que la niña la cogía, tuvo la idea de regalarla en un grupo de Facebook. Según cuenta Barrionuevo, Pinky era rosada y muy pequeña por lo que había múltiples interesados en adquirirla para criarla para comerla en su edad adulta.
Ella fue su salvadora, le aseguró a la familia que cuidaría de la cerdita y que se encontraría en buenas manos. Y así fue, en compañía de ocho perros y cinco gatos. Barrionuevo estaba acostumbrada a ayudar y rehabilitar a animales que habían sufrido situaciones de estrés y maltrato. Los meses iban pasando y Pinky crecía sana y feliz. Su nueva dueña aprendió mucho sobre cerdos, sus costumbres y su alimentación; pero de prono se percató de que su piso no era el lugar más adecuado para una cerdita que iba a crecer más de 200 kilogramos.
Comenzó entonces una tercera vida para Pinky: su dueña consiguió que fuera recibida en el santuario Equidad en la ciudad argentina de Córdoba –ver Twitter y Facebook-. El traslado fue un viaje épico del cual el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) tuvo conocimiento y exigió la documentación necesaria para poder trasladarla sin problemas. En el trayecto sufrieron inundaciones e intensas lluvias y Pinky vomitó.
Finalmente, la cerdita llegó sana y salva a un lugar en el que disfrutará el resto de su vida sin fines más allá de su propio recreo. El santuario trabaja desde 2014 acogiendo caballos y resto de animales como burros, cabras, cerdos, ovejas, vacas, gallos, perros y gatos. Ahora disfruta con su amiga India en el barrizal.